LLORAR A LÁGRIMA VIVA


Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.
Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.
Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato,
de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!


OLIVERIO GIRONDO
"Espantapájaros", 1ª Edición.
Ed. Proa, Buenos Aires, Argentina, 1932


Este poema en la película "El lado oscuro del corazón"
de Eliseo Subiela, con música de Osvaldo Montes:

CRIATURITAS


Me lo contó en el bar del Juanco, borracho y balbuceante. Me dijo que por la mañana habia estado vagando por ahí, aburrido, cuando llegó a un descampado donde unos chiquillos jugaban al balón. Pásamela, le gritó entonces en plan colega al que llevaba la pelota, un rubito de rizos angelicales. Vete al carajo, majareta dijo abrupta e inmediatamente el niño, sin dejar de correr la banda. ¿Oye, mocoso maleducado, te doy un guantazo?, lo amenazó, reaccionando tras unos segundos de lógico estupor. ¿Comol? berreó entonces el crío, parándose en seco, imitando al idiota del Chiquito ese, sonriendo cual bellaco, yendo hacia el tipo con andares de vacilón y sacando de debajo de la camiseta del barça – el nº 9, el del gran Ronaldinho, apunta – una navaja pavorosa. Venga, soplapollas, suelta los jurdeles y lárgate ya, dijo con fastidio el más espigado, pendenciero, rascándose los huevecitos. Manolín, sácale todo y rájale la barriga, aconsejó otro, mientras aprovechaba el parón de juego para mear. Me contó, hediendo a vino fiado y barato, que se le pasó entonces por la cabeza salir corriendo con cangüelo y sin decoro, pero temblón y ante la faca amenazante les dio para pipas y chucherias, o eso me juró por sus muertos, el poco dinero que llevaba, la calderilla, vamos, y confundido y rojo de vergüenza se quitó de en medio, salió de naja por donde había venido mientras uno de ellos iba ya corriendo a emplear seguramente la pasta en porros o en priva o en pegamento o en putas y oía las carcajadas infantiles, tan sanotas, los pelotazos jubilosos al balón y la voz de una de las madres avisando desde una ventana que subieran ya que habían empezado en la tele los dibujitos animados.

Domingo López
"Cuentos de usar y tirar", 2008

EL ROTO


ANDRÉS RÁBAGO, "EL ROTO"
"Vocabulario figurado", Vol. II
Mondadori, Bcn, 2007


MONKIANA


La vuelta al piano de Thelonius Monk

En Ginebra de día está la oficina de las Naciones Unidas pero de noche hay que vivir y entonces de golpe un afiche en todas partes con noticias de Thelonious Monk y Charles Rouse, es fácil comprender la carrera al Victoria may para fila cinco al centro, los tragos propiciatorios en el bar de la esquina, las hormigas de la alegría, las veintiuna que son interminablemente las diecinueve y treinta, las veinte, las veinte y cuatro, el tercer whisky, Claude Tarnaud que propone una fondue, su mujer y la mía que se miran consternadas pero después se comen la mayor parte, especialmente el final que siempre es lo mejor de la fondue, el vino blanco que agita sus patitas en las copas, el mundo a la espalda y Thelonious semejante al comenta que exactamente dentro de cinco minutos se llevará un pedazo de la tierra como en Héctor Servadac, en todo caso un pedazo de Ginebra con la estatua de Calvino y los cronómetros de Vacheron & Constantin. Ahora se apagan las luces, nos miramos todavía con ese ligero temblor de despedida que nos gana siempre al empezar un concierto (cruzaremos un río, habrá otro tiempo, el óbolo está listo) y ya el contrabajo levanta su instrumento y lo sondea, brevemente la escobilla recorre el aire del timbal como un escalofrío, y desde el fondo, un oso con un birrete entre turco y solideo se encamina hacia el piano poniendo un pie delante de otro con un cuidado que hace pensar en minas abandonadas o en esos cultivos de flores de los déspotas sasánidas en que cada flor hollada era una lenta muerte de jardinero. Cuando Thelonious se sienta al piano toda la sala se sienta con él y produce un murmullo colectivo del tamaño exacto del alivio, porque el recorrido tangencial de Thelonious por el escenario tiene algo de riesgoso cabotaje fenicio con probables varamientos en las sirtes, y cuando la nave de oscura miel y barbado capitán llega a puerto, la recibe el muelle masónico del Victoria may con un suspiro como de alas apaciguadas, de tajamares cumplidos. Entonces es Pannonica, o Blue Monk, tres sombras como espigas rodean al oso investigando las colmenas del teclado, las burdas zarpas bondadosas yendo y viniendo entre abejas desconcertadas y hexágonos de sonido, ha pasado apenas un minuto y ya estamos en la noche fuera del tiempo, la noche primitiva y delicada de Thelonious Monk. Pero eso no se explica: A rose is a rose is a rose. Se está en una tregua, hay intercesor, quizá en alguna esfera nos redimen. Y luego, cuando Charles Rouse da una paso hacia el micrófono y su saxo dibuja imperiosamente las razones por las que está ahí, Thelonious deja caer las manos, escucha un instante, posa todavía un leve acorde con la izquierda, y el oso se levanta hamacándose, harto de miel o buscando musgo propicio a la modorra, saliéndose del taburete se apoya en el borde del piano marcando el ritmo con un zapato y el birrete, los dedos van resbalando por el piano, primero al borde mismo del teclado donde podría haber un cenicero y una cerveza pero no hay más que Steinway & Sons, y luego inician imperceptiblemente un safari de dedos por el borde de la caja del piano mientras el oso se hamaca cadencioso porque Rouse y el contrabajo y el percusionista están enredados en el misterio mismo de su trinidad y Thelonious viaja vertiginosamente sin moverse, pasando de centímetro en centímetro rumbo a la cola del piano a la que no se llegará, se sabe que no llegará porque para llegar le haría más tiempo que a Phileas Fogg, más trineos de vela, rápidos de miel de abeto, elefantes y trenes endurecidos por la velocidad para salvar el abismo de un puente roto, de manera que Thelonious viaja a su manera, apoyándose en un pie y luego en otro sin salirse del lugar, cabeceando en el puente de su Pequod varado en un teatro, y cada tanto moviendo los dedos para ganar un centímetro o mil millas, quedándose otra vez quieto y como precavido, tomando la altura con un sextante de humo y renunciando a seguir adelante y llegar al extremo de la caja del piano, hasta que la mano abandona el borde, el oso gira paulatino y todo podría ocurrir en ese instante en que le falta el apoyo, en que flota como un alción sobre el ritmo donde Charles Rouse está echando las últimas vehementes largas pinceladas de violeta y de rojo, el oso se balancea amablemente y regresa nube a nube hacia el teclado, lo mira como por primera vez, pasea por el aire los dedos indecisos, los deja caer y estamos salvados, hay Thelonious capitán, hay rumbo por un rato, y el gesto de Rouse al retroceder mientras desprende el saxo del soporte tiene algo de entrega de poderes, de legado que devuelve al Dogo las llaves de la serenísima.

JULIO CORTAZAR
"La vuelta al día en ochenta mundos", Tomo II,
SigloXXI Ed., Madrid, 1980

Un video maravilloso y mágico, precisamente el mismo cuarteto del que habla Cortázar en este texto y que vio en el concierto en 1966, con Monk al piano, Charlie Rouse al saxo tenor, Larry Gales al contrabajo y Ben Riley a la bateria, interpretando, cómo no, Round Midnight.

NATACIÓN


He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay temor a hundirse pues uno ya está en el fondo, y por la misma razón se está ahogando de antemano. También se evita que tengan que pescarnos a la luz de un farol o en la claridad deslumbrante de un hermoso día. Por último, la ausencia de agua evitará que nos hinchemos. No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico. A primera vista se pensaría en los estertores de la muerte. Sin embargo, eso tiene de distinto con ella: que al par que se agoniza uno está bien vivo, bien alerta, escuchando la música que entra por la ventana y mirando el gusano que se arrastra por el suelo. Al principio mis amigos censuraron esta decisión. Se hurtaban a mis miradas y sollozaban en los rincones. Felizmente, ya pasó la crisis. Ahora saben que me siento cómodo nadando en seco. De vez en cuando hundo mis manos en las lozas de mármol y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades submarinas.

VIRGILIO PIÑERA
"Cuentos completos", Alfagura, Madrid, 1999

(Aunque el escritor la espichó en el 79, mantiene este blog,
muerto aún de risa, desde el infierno:

LOS VERSOS DE LAZARETO-GANDO Y FYFFES


Un corazón / ahorcado, / que esté / podrido / segregando / hastío. / Píntalo negro / lleno de mugre / y arrugado / como el mío... / un corazón / que tiemble / como el niño / cuando tiene / frío.

Este poema, escrito al lado del dibujo de una horca de la que cuelga un corazón de espinas, firmado con un seudónimo, pertenece al anarcosindicalista José Perdomo, el preso de los campos de concentración franquistas de Canarias que rescató el conjunto de poemas, dibujos y relatos breves que ahora salen a la luz, dando forma a la Antología de Musas Cautivas, denominación de la edición facsímil de un manuscrito de gran valor histórico, elaborado por presos políticos republicanos canarios en las cárceles de Lazareto-Gando (Gran Canaria) y Fyffes (Tenerife) durante la guerra civil española, sacado clandestinamente de prisión, escondido y olvidado durante más de cincuenta años en Venezuela. La obra se complementa con un amplio estudio histórico, llevado a cabo por Sergio Millares y Alfredo Mederos*. Asimismo, se incluye un lúcido y emocionado prólogo de José Antonio Rial, el único autor vivo de la Antología.

*(En dicho trabajo de investigación consiguieron averiguar quiénes fueron estos presos que, como autores, forman parte de la antología:
Manuel Acosta Felipe, palmero y miembro de la Federación de Trabajadores de La Palma, Antonio Alfonso Rodríguez, condenado a 30 años, participaba en las tertulias del Campo de Concentración de Gando de forma activa, Luis Benítez Inglott, abogado de Las Palmas, escribió en varias publicaciones como La Pluma, Vértice, España y La Rosa de los Vientos, Francisco Calcines Gutiérrez, líder anarquista de Gran Canaria y uno de los promotores del libro, Alfonso Carrillo Hernández, nacido en Tenerife y preso en Fyffes, Luis Castañeda, también de Fyffes, José Perdomo, promotor de este libro, firmó la dedicatoria a un grupo de presas anarquistas de Tenerife, Juan Domínguez Pérez, médico tinerfeño, del partido socialista, Carmelo Duarte Pérez, periodista, maestro y poeta palmero, Alfonso Gutiérrez Santiago, anarquista tinerfeño, Francisco Silvestre Infante, preso en Fyffes, Ángel Johán, condenado a muerte y posteriormente indultado, F. Moreno, Eduardo Pardo Reina, secretario del Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, José Antonio Rial, acusado de participar en las reuniones para detener el golpe militar y condenado a 12 años, de los que permaneció 7 privado de libertad, Antonio Rodríguez Bethencourt y Francisco Rossón Rubio)

ANTOLOGIA DE MUSAS CAUTIVAS - ESTUDIO HISTORICO, 2VOLS.
AA.VV
Centro de Cultural Popular Canaria, CCPC, 2008

Mas info:
http://www.centrodelacultura.com/

LLEGAR


Llegar por fin
donde debía de estar
festivamente
la meta
y no saber
si alguna vez estuvo
y erraste el camino
o nunca la pusieron
y te equivocaste
de carrera.

Domingo López
"El tiempo difícil", Col. Cultura popular, 59,
Ayto. Zaragoza, 2005

HOGAR


Vivo con siete ratas exangües y un perro
sobre mi escuálida cama, en la brumosa pared,
arde la vaga sangre de un sujeto anterior
cerca de un cristo que no pudo zafarse,
fue en la sien derecha, fino calibre, es indudable
por la perspectiva, el suave tamaño de las manchas.
El perro se sienta frente a mí solemnemente,
jugamos al ajedrez y él siempre me gana.
Entre el alcohol hablamos de nuestras costillas,
las estaciones, beethoven, ciertas naves ilusorias
y de mujeres, pero se le humedecen los ojos:
la última que trajimos se congeló de súbito
al quitarse una media, en mitad de un muslo,
oh la bella inmóvil, la venus de carne finita,
la cenamos con dolor, nos duró una semana.
Esto es muy frío para cuestiones de amor,
ya quemamos el ropero, las puertas, los recuerdos
y la guitarra crepitó en otoño su dulzura póstuma.
El perro escribe genialmente a medianoche
y yo ladro con locura pero él me mira furioso
si se inspira o hay luna o piensa en la ausente.
Cuando posemos los dos restos, los dos hálitos,
vendrán las siete ratas dialécticas, tenaces,
nos acabarán con su liturgia, es una pena.
Me sangra el hocico de infinita tristeza
al pensar que la casa quedará tan sola.


JULIO HUASI
"Bandolor", Colección La Honda
Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1971

LA EUROPA DE LA VERGUENZA


Aunque algunos te digan que he venido
a quitarte el trabajo o que he venido
a mezclar mi color con tu color
(a saber qué saldrá de todo eso,
te lo han dicho también, no me lo niegues),
que he venido a quedarme, qué sé yo,
con el pan de tu mesa y que retrasan
en Primero mis hijos a los tuyos,
antes de presentarnos ya me has puesto
un nombre que no es mío en vez, amigo,
de escucharte decir esta es mi mano,
hola, qué tal estás, sé bienvenido.


ALFONSO PASCAL ROS



El próximo 20 de mayo el Parlamento Europeo deberá pronunciarse sobre el proyecto presentado ante este organismo referente a la detención y expulsión de las personas extranjeras e “ilegales”, el denominado Proyecto de la Vergüenza. Si se aprueba, constituiría un tremendo retroceso en los ya menguados derechos humanos, al prever detenciones, incluso en cárceles y a menores de edad, que pueden alcanzar hasta los 18 meses para unas hombres y mujeres cuyo único delito será querer trabajar y querer vivir, implicando la generalización de una política de acoso y encierro de los inmigrantes que podría convertirse en un modo legal de gestión represiva, estableciendo una severa prohibición de volver a Europa para todas los expulsados que estigmatiza a las personas sin papeles, transformándolas en simples indeseables que deben ser excluidos.

DELITOS MENORES


Espero mi turno. Tengo el siete ocho. El hombre de al lado el nueve seis. Me pide la hora y, sin escuchar respuesta, me explica cómo abrir un carro en menos de un minuto. Saca su billetera, donde lleva una foto familiar descentrada. “Esa de la cabeza a la mitad –señala-, es mi esposa”; y la acerco a los ojos con fingido interés.
Es el cuarto piso de los tribunales. Los ascensores mal ventilados suben y bajan gente que pronto no volverá a ver la luz. Se escucha el metralleo de las casi obsoletas máquinas de escribir: olivettis que pueden cambiar para siempre la vida de los mortales. Mi vecino de asiento afirma tener fe, “un error lo comete cualquiera”, susurra, mientras levantamos las piernas para que el conserje lustre el piso debajo de nosotros.
Suena mi apellido en el altavoz, luego mi nombre. Declaro mentiras y firmo. Salgo del edificio pensando en varias cosas: los ascensores y su paseo vertical como modernas barcas de Caronte, los relucientes pasillos de la Justicia, el hombre del nueve seis, su vida miserable, su foto mal centrada, su billetera entre mis cosas.


LUIS CHAVES
"Historias polaroid", Ed. Perro Azul
San José, Costa Rica, 2000


(Conocí a Luís Chaves a través de su ya célebre revista de literatura, "Los amigos de lo ajeno", en la que tuve el placer de colaborar. Le envié textos y él me envió desde Costa Rica este libro al que tantas veces, gosozamente, me asomo. La próxima reseña sobre este excelente autor será para su nuevo libro, "Asfalto, un Road Poem", también editado en Perro Azul)

Sobre la web del autor:

SIN EJÉRCITOS, NO HABRÍA GUERRAS


NO PAGUES LAS GUERRAS,
DESMILITARIZA TUS IMPUESTOS

Campaña por la objeción fiscal en la declaración de la renta

Más info:

PREFIERO QUE ME QUITE EL SUEÑO GOYA A QUE LO HAGA CUALQUIER HIJO DE PUTA


Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta.
Prefiero que me quite el sueño Goya a que me lo quite Adidas‚ Pescanova‚ Volkswagen‚ la vecina‚ un gilipollas que dice ser mi amigo o una cabrona que repite que me quiere.
Si no puedo dormir una noche‚ joder‚ al menos que sea por un cuadro de Goya.
Y no por un coche que no puedo comprar.
Ni por una lata de albóndigas que me zampé fría y me sentó fatal.
Ni por haber llegado otra vez tarde a las rebajas a pillar lo más barato de lo peor‚ que era para lo que nos alcanzaba el dinero.
Lo cierto es que me quita el sueño cada chorrada que me deprimo hasta casi tocar fondo. Y no me gusta nada. Con catorce años ya me dije: tú no vas a tocar fondo. Y empecé a comprar‚ intercambiar y pedir prestados y no devolver jamás libros y a robarlos como un enfermo‚ de donde fuera y a quien fuera: da lo mismo la FNAC‚ la Casa del Libro‚ una biblioteca pública o la del padre de mi mejor amigo. Que les den por culo a todos...


Fragmento del monólogo "Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta", del autor y director teatral RODRIGO GARCÍA, llevado a escena, por La Carnicería Teatro, en 2004.

Para leer el texto completo:
Sobre la web del autor:

PROZAC


La luna es un hielo en el vaso de sombra
que me ofrece la vida. ¿Existe alguna historia
que no intente negar su tenebroso epílogo?
Pero el monstruo soy yo. No ningún otro
a quien pueda matar para salvarme.
La vida es, justamente, este desastre.
¿Cómo estirpar la culpa de las piedras
y parar el dolor dentro de un tunel?
¿Cómo sentir si, lejos en la noche,
está llorando nuestra hija muerta?
Los antidepresivos son como pesticidas.
Y el final de los cuentos siempre es falso,
para que ningún niño se suicide.

JOAN MARGARIT
"Casa de misericordia", Visor, Madrid, 2007

EL VIEJO


Parecía que habíamos quedado pero no nos conocíamos de nada. Lo vi acercarse con su andar cansino, gacho, como esos viejos que, con resignación bovina, ya solo esperan el fin y sin mediar palabra se sentó a mi lado, en el mismo banco del parque. Yo seguí leyendo – bueno, ahora fingiendo que leía – y solo al cabo de unos minutos abrió la boca y dijo, como si hubiera querido decir otra cosa, buenas tardes. Doblé cuidadoso la esquina de la página, dejé el libro a un lado y busqué en la chupa el tabaco. ¿Cómo lo lleva?, me oí decir, como si la pregunta, sin poder evitarlo, hubiera salido por su cuenta. De reojo lo vi encogerse levemente de hombros. Abrí la cajetilla y acercándosela, le ofrecí un pitillo. Fumamos en silencio, mirando los críos que jugaban en los columpios, hasta que le oí hablar de nuevo.
- Fueron casi dos docenas de años, que se dice pronto…nadie podrá devolverme lo que me quitaron… - murmuró abstraído.
Le miré y todo lo que expresaba su cara, sus ojos, las arrugas, la leve mueca en la boca, era una brutal amargura. Traté de contemporizar, como un idiota.
- Bueno, ahora es famoso, su libro de poesía, la gente...
Miraba los críos retozando, pareció no oírme.
- La gente, los camaradas vivían la vida, más bien o más mal, pero tomaban sus vinos, hacían el amor, respiraban aire, pero yo, yo me pudría en una celda, solo yo me pudría para nada y pagaba por todos… - musitó, como hablando para sí.
- Pero ahora… - traté, otra vez estúpidamente, de añadir algo, no sé qué.
- Ahora solo soy un anciano que trata de exprimir los minutos, un viejo que llevan de arriba abajo mostrándolo, con curiosidad y con buena fe, como un bicho raro…– zanjó, casi susurrando.
Yo no sabía qué responder, porque no había nada que decir. Me di cuenta entonces que, ya de pie, me estaba ofreciendo la mano. Se la estreché algo cohibido o como absurda y extrañamente avergonzado y, por primera vez, nos miramos de frente, cara a cara. Entonces se dio la vuelta y se fue por donde vino, lentamente, casi arrastrando los pies. El día también se iba y los niños no paraban de reír en los toboganes. Un perrito se acercó, olisqueando. Agarré el libro, sin pensar en nada y lo abrí por la hoja marcada. Allí estaban los poemas. Y ya no pude seguir leyendo.

Del texto: Domingo López
"Cuentos de usar y tirar", 2008

PRIMERO DE MAYO


"La ciudad está desierta: estos burgueses se han ido a buscar fuera la floración de la primavera en este primero de mayo. No saben cuantos primeros de mayo, cuantas cargas de la guardia civil, cuantos mártires, han sido necesarios a lo largo de los años para que sus descendientes cambien de clase y no celebren el significado de la fiesta. Como los del viernes santo que van a meter los pies en el agua y comer a tripa llena sin pensar en que ese día murió colgado uno de los primeros revolucionarios de esta era. En la ciudad se han quedado algunos ancianos; unos llevan banderas republicanas, otros sindicales. Protestan porque las viejas conquistas se van perdiendo. El gobierno pone cara de perro a quienes les discuten sus supuestas reformas de la ley del paro; cada año, este gobierno o el otro, en este país o en otro, se van limando las conquistas de la clase trabajadora. Las desdeñan los que tienen coche y tiempo que han heredado de otros tiempos y se han convertido en sus enemigos"

EDUARDO HARO TECGLEN
en Barra Libre, 1 de Mayo de 2002