Apuró la cerveza
y sacó la cartera para pagar.
A través de la ventana de la cantina
veía los pasajeros cabizbajos
esperando en el andén,
los trenes
y el reloj enorme de la estación.
Faltaban quince minutos
para las cinco,
la hora en que debía fichar
en el turno de tarde.
Miró el cielo gris de Marzo
y recordó la tristeza de su mujer,
el llanto de los niños
y pensó
que si se daba prisa
llegaría a tiempo de evitar
la mirada recriminadora del jefe.
Se levantó y enfiló
hacia la puerta de salida
y fue entonces
cuando le vieron pararse ante ella
y tras unos segundos
y sacó la cartera para pagar.
A través de la ventana de la cantina
veía los pasajeros cabizbajos
esperando en el andén,
los trenes
y el reloj enorme de la estación.
Faltaban quince minutos
para las cinco,
la hora en que debía fichar
en el turno de tarde.
Miró el cielo gris de Marzo
y recordó la tristeza de su mujer,
el llanto de los niños
y pensó
que si se daba prisa
llegaría a tiempo de evitar
la mirada recriminadora del jefe.
Se levantó y enfiló
hacia la puerta de salida
y fue entonces
cuando le vieron pararse ante ella
y tras unos segundos
girar como si olvidara algo
y despacio
acercarse a la ventanilla
donde alguien oyó que decía
deme un billete
por favor
para el lugar más lejano
que tenga.
y despacio
acercarse a la ventanilla
donde alguien oyó que decía
deme un billete
por favor
para el lugar más lejano
que tenga.
DOMINGO LOPEZ
Inédito
3 comentarios:
Hola, Domingo.
Sólo decirte que te leo, en especial tu estupenda selección de poemas, tanto tuyos como de otros. Te mando buenos deseos y un abrazo fuerte
Cojonudo, Domingo. Muy carveriano.
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