LOS ANDALUCES


Decían: “Ojú, que frío”;
no “Que espantoso, tremendo,
injusto, inhumano frío”. Resignadamente: “Ojú,
que frío...” Los andaluces...

En dónde habrían dejado
sus jacas; en dónde habrían
dejado su sol, su vino,
sus olivos, sus salinas.
En dónde habrían dejado
su odio... Parecían hechos
de indiferencia, pobreza,
latigazo... “Ojú, que frío”.
Tiritaban bajo ropas delgadas,
telas tejidas para cantar y morir
siempre al sol.Y las llevaban
para callar y vivir
al frío de Ocaña y Burgos,
al viento helado del mar
del Dueso... Los andaluces...

Éstos que están esperando,
desde Huelva hasta Jaén,
desde Jaén a Almería,
junto a las plazas de cal
y noche, deben de ser
hijos de aquellos. Esperan
que alguno venga a encerrarlos
entre rejas. Como aquellos,
no preguntarán por qué.
No se quejarán de nada.
Ni uno se rebelará.
“Las cosas son como son,
como siempre han sido, como
han de ser mañana... Ojú,
que frío...” Los andaluces...

Apenas dejaban sombra,
sonido, cuando pasaban.
Se borraban sus cabezas.
Tan sólo un inmenso frío
daba fe de ellos. Y aquella
dejadez que rodeaba
su fragilidad. Más solos
que ninguno, más hambrientos
que ninguno... (Deseaba
que odiasen, porque los vivos
odian. Los vivos perdonan.
El hombre es fuego y es lluvia.
Los hace el odio y el perdón.)
Indiferentes: “Ojú,
que frío...” Los andaluces...

Un grano de trigo. Una
oliva verde. (Guardad
el aliento de la tierra,
el parpadeo del sol
para ayer, para mañana,
para rescataros...) Quiero
que despierten del pasado
de frío, de los cerrojos
del futuro. Todo está
tan confuso. Yo no sé
si los veo, los recuerdo,
los anticipo...

Hace pocos
kilómetros tuve aquí,
en mi mano, la madeja
de los días. La emoción
de los días. Como un padre
que olvidó hace tiempo el rostro
de los hijos muertos. Y ahora
los recuerda. Y ahora vuelve
a olvidarlos, unos pocos
kilómetros más allá
Olvidados para siempre...

Cuántos años hace de esto.
O cuántos faltan para esto
que hace un momento viví
por los caminos –ojú,
que frío- de Andalucía.

JOSÉ HIERRO
"Libro de las Alucinaciones"
Ed. Cátedra, Madrid, 1987

BAR LISBOA


O Minhoto, na Travesa da Bona Hora
Inverno, 2009

Si trabajaba
- me dice el camarero -
debía de ser
- por sus manos finas, aclara -
en una oficina o escritorio.
Usaba gafas
y ya no era joven.
Tenía la palidez triste
de la gente sola y de los enfermos.
No, no vino nunca
con amigos ni con mujer.
Pedía con torpeza
uno con leche y sin azúcar.
Contaba el dinero
como si temiera mucho
que no le llegara paga pagarlo
y se sentaba a leer
toda la tarde
- en aquella mesa del fondo, señala -
el mismo libro sobado
de un tal
- al servirle leía
la portada con disimulo -
Fernando Pessoa.

Domingo López
Inédito

POETAS BRIGADISTAS VI


GUSTAV MUNCH-PETERSEN
( 1912 - 1938)

INVIERNO

Braman las tormentas -
el invierno hace su guerra -
el mar vagabundea
a lo largo de las costas -
el cielo lo sigue
desde las alturas -
las casitas se acurrucan
asustadas contra la tierra -
el gélido ojo de la luna
mira fijamente a través del muro de la noche
a hombres que andan recogiendo carbón -

19 digte, 1937

(Gustav Munch-Petersen fue un destacado pintor y poeta surrealista danés. Autor de Det nøgne menneske (El ser humano desnudo), realizó en su país varias exposiciones de carácter vanguardista, trasladándose en 1935, para dedicarse a pintar y a la poesía, a la isla de Bornholm hasta que en 1937 decide alistarse a las Brigadas Internacionales para luchar contra el fascismo en España, muriendo en la trinchera, en la batalla del Ebro, a los 26 años. Para leer algo más de su poesía se puede consultar la Antología de Poesía Nórdica, preparada por Francisco J. Uriz, (Ed. de la Torre, Madrid, 1999) o bien la Antología de la Poesía Danesa Contemporánea (1890-1978), de Jesús Riosalido (Ed. Rialp, Madrid, 1980) Para conocer la faceta pictorica del poeta: http://www2.kb.dk/proto/gmp/)

25 AÑOS SIN EL ENORME CRONOPIO


JULIO CORTAZAR
(Jules Florencio Cortázar)
(Ixelles, Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914
París, Francia, 12 de febrero de 1984)

Discurso del oso

"Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños. Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta mas que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano después con la otra después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría. Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso, por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar pos los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien."

De Historias de Cronopios y Famas

Para el resto de cronopios, una entrevista impagable a Julio en el programa "A fondo" de TVE, en 1977:

Y ENTONCES NOSOTROS, LOS VILES


Y entonces nosotros, los viles
que amábamos la noche
que murmura, las casas,
los caminos del río,
las sucias luces rojas
de aquellos lugares, el dolor
manso y callado -
arrancamos las manos
de la viva cadena,
y callamos, mas el corazón
nos estremeció la sangre,
y ya no hubo dulzura,
no hubo un abandonarse
junto al sendero del río -
no más siervos, supimos
estar solos y vivos.

CESARE PAVESE
"Antología poética", Versión de José A. Goytisolo
Plaza y Janés Ed., Barcelona, 1985