LA PALABRA QUE LABRA


“Hay distintas formas de hacer poesía. Algunos poetas transforman la experiencia vivida en expresión estética, dejando textos plasmados sobre el papel o en el aire: Otros viven la poesía en los actos diarios, convierten en experiencia poética la vida cotidiana. Julio Vélez era poeta en los dos sentidos de la palabra” (Anthony L. Geist, de la introducción a “La palabra labra la palabra”, Antología poética de Julio Vélez, Ed. CSO JuIio Velez, Morón, Sevilla,1999)

Estás (estoy) aquí,
al borde mismo de la alegría.
Sintiendo
cómo las ventanas se abren,
se inundan los rincones.

Estoy ahora aquí. Estás con la vida.
Con las manos bebiendo de las lluvias
como libertades presentidas.

Así te siento. Me sientes en el latido,
como fantasma,
como amor prohibido,
como arco y luz por las esquinas.

Haciendo que a revolución me suene el alma.

JULIO VELEZ
De "Los fuegos pronunciados", 1985


Conocí la poesía y la figura de Julio Vélez a través de los amigos del Centro Social que lleva su nombre, en Morón (Sevilla). El Centro, un antiguo local abandonado por el INEM, del que hablaré en otra ocasión, fue ocupado por jóvenes moroneses en 1992 y aún sigue siendo un espacio de encuentro para movimientos alternativos y culturales. En 1999, dentro de sus muy limitados medios, editaron la antología de la poesía de Julio Velez (Morón, 1942-Madrid, 1992) conscientes de la necesidad de difundir la obra y la personalidad del poeta de la generosidad y la entrega, poesía que siempre fue vetada en los circuitos literarios desde que Julio publicara el libro de denuncia e investigación “La Poesía española según “El País” (1978-1983) (Ed. Orígenes, Madrid, 1984), uno de los primeros estudios sobre la mafia literaria en los medios de comunicación y en las editoriales. Hoy día, los libros de Julio Vélez, su poesía necesaria, influenciada por la lucha social, por el flamenco, por Cesar Vallejo, del que era un gran especialista, es prácticamente inencontrable. Obras como “Los fuegos pronunciados” (Ayuso, Madrid, 1984) “El bosque sumergido” (Orígenes, 1985) o “Escrito en la estela de el último angel caido (E. Libertarias-Prodhufi, 1993) han quedado en un inmerecido olvido que, en esta casi revista de literatura intentaré, ilusionadamente, rescatar.

EL FANTASMA DE LA GLORIETA


“EL FANTASMA DE LA GLORIETA”
Revista de Literatura

La historia de “El fantasma de la glorieta” es una historia, cómo no, de apariciones y desapariciones. La primera aparición tuvo lugar en el suplemento literario de un periódico de Huelva, en julio de 1983, bajo la dirección de Felix Morales Prado y hasta el cierre del diario que lo acogía - "Odiel" se llamaba - el 29 de abril de 1984. Poco después se abría un nuevo rotativo en la capital onubense, "La noticia" y el espectro volvió a aparecerse en su páginas entre el 24 de octubre de 1984 y el 28 de abril de 1985, fecha en la que también ese periódico sucumbió. Pero el fantasma volvería de nuevo a la carga, esta vez en forma de hojas literarias editadas, hasta 1988, por la Diputación de Huelva. Luego, harto de las vicisitudes - y el coste - del papel y la imprenta, se materializaría, más en su salsa, en el ciberespacio, lugar por el que hoy transita felizmente, aún de la mano de Felix. La revista, que va ya por el nº 15 y no suele tener secciones, se ocupa sobre todo de textos de creación y su periodicidad es más o menos trimestral, habiendo elaborado algunos excelentes números monográficos (entre ellos el dedicado a la “Poesia erótica”, el “¡No a la guerra! o de “Poesia visual”) ¡Larga vida al fantasma!

VISIÓN DE RAMLEH


Ellos nos alinearon en dos filas en los márgenes de la carretera de Ramleh a Jerusalén. Mandaron a todo el mundo a levantar los brazos. Cuando un soldado judío se dio cuenta que mi madre quedó delante de mí para protegerme de aquel sol caliente de julio, él me empujó violentamente con la mano hasta el medio de la carretera polvorienta. Ordenó que me quedase equilibrado sobre un solo pie y con las manos sobre la cabeza.
Yo tenía nueve años. Acababa de ver, cuatro horas antes, la llegada de los judíos a Ramleh. Parado en medio del asfalto gris, vi. como revisaban a las personas en busca de joyas, que eran arrancadas brutalmente. Había algunas mujeres soldados que actuaban como los hombres, pero con mayor agresividad y convicción. Mi madre me miraba, llorando en silencio. Yo quería poder decirle que me sentía bien, que el sol no me hacia ningún mal, como ella parecía estar creyendo.
Yo era el único niño que había sufrido. Mi padre murió antes del inicio de los acontecimientos. Mi hermano mayor fue preso en la toma de Ramleh. Yo sabía, entonces, lo que representaba para mi madre. Hoy sería posible imaginar lo que sería de ella si yo no me hubiese quedado a su lado cuando fuimos a Damasco. Allí, yo me ganaría la vida vendiendo periódicos por la mañana en los paraderos del ómnibus.
El sol comenzaba a minar la resistencia de los viejos y de las mujeres. Gritos, protestas y lamentos venían de todos lados. Observaba varios rostros que ya me había acostumbrado a ver por las calles de Ramleh. Ese recuerdo me inspiraba una tristeza difícil de definir. Nunca voy a poder explicar el escalofrío extraño que sentí al ver a una de las muchachas judías empujar, riendo, la barba de mi tío Abu Othman.
El no era mi tío de verdad: era el barbero de Ramleh y también cumplía las funciones de médico en la ciudad. Todos gustaban de Abu Othman y le dieron el apodo de “tío” para mostrar el respeto que le tenían. Ahora estaba parado allí, apretando junto al cuerpo a su hija menor, la pequeña Fátima, que miraba a la judía con sus grandes ojos negros.
- ¿Es su hija?.
Él movió la cabeza, medio inquieto. Sus ojos tenían un fulgor sombrío. Con toda la simpleza del mundo, la judía levantó su ametralladora hacia la cabeza de Fátima. La pequeña continuaba mirándola con los ojos negros llenos de pavor.
Un soldado judío llegó justo en ese instantes. La escena le había llamado la atención y se colocó delante de mí, impidiendo mi visión de lo que siguió.
Oí tres balas sucesivas zumbando. Lo que pude ver al seguir fue el rostro de Abu Othman crispado por un sufrimiento atroz. La cabeza de Fátima se inclinó al frente. Gruesas gotas de sangre escurrían de sus cabellos, derramadas sobre el sol ardiente.
Algunos minutos después. Abu Othman pasó a mi lado, cargando con sus viejos brazos el cuerpo de Fátima. Estaba callado y miraba apenas para el frente, con una especie de calma metálica, asustadora. Él paso sin verme. Noté como su espalda estaba arqueada mientras avanzaba entre las dos filas hasta la primera curva. Mi mirada se volvió y se detuvo sobre su mujer, que se había caído al suelo. vi. cómo ella puso sus manos en el rostro y explotó en sollozos.
Un soldado judío llegó cerca de ella y pidió que se levantase. Ella no obedeció. Pensó que había llegado al último grado de desesperación.
Esta vez pude ver claramente, con mis propios ojos, lo que ocurría. El soldado la empujó con el pie y ella se acostó de espaldas. Tenía la cara roja. El soldado colocó la punta del fusil sobre su pecho y disparó una única bala.
Luego, el vino en mi dirección. Pidió con voz tranquila que levantase el pie que había puesto en el suelo sin percibir. Obedecí y me llevé dos bofetadas. Él limpió la mano manchada con mi sangre en mi camisa. Sentí un enorme cansancio e hice fuerza para encontrar a mi madre a lo lejos, entre las otras mujeres. Ella tenía los brazos erguidos bien encima de la cabeza. Lloraba en silencio. Cuando nuestras miradas se cruzaron, ella sonrió suavemente, entre las lágrimas. Un dolor terrible cortaba mi pierna que se doblaba sobre mi peso. Intenté devolverle la sonrisa triste como para decir que las bofetadas no me habían dolido, que todo estaba bien y que lo más importante era no lamentarse, o actuar como Abu Othman.
Él pasó otra vez cerca de mí. Al verlo, abandoné mis pensamientos. Volvía a su lugar sin mirarme. Al llegar cerca del cadáver de su mujer, se detuvo. Sólo veía su cuerpo de espaldas, doblado, las ropas ensopadas de sudor. Podía imaginar su rostro vacío, silencioso y mojado por la transpiración.
El se agachó para cargar el cuerpo. Muchas veces vi. a su mujer sentada delante de la tienda esperando que él acabase de almorzar, para volver con la marmita a la casa. Él paso, por tercera vez, delante de mí, cansado, con el sudor inundando el rostro arrugado. Pasó cerca de mí, siempre sin verme, y vi otra vez su dorso encorvado entre las dos filas de prisioneros, que ahora ya no lloraban.
El silencio, de repente, envolvió a las mujeres y a los viejos. Fue como si los recuerdos de Abu Ohtman penetrases por los huesos de todos. Recuerdos que él acostumbraba a contar a todos los hombres de Ramleh cuando conversaban en las sillas de la barbería. Recuerdos que ahora henchían todos los pechos y se infiltraban subterráneamente en los huesos, para corroerlos como ácido.
Era una persona muy querida. Confiaba en todo y en todos, y más aún, en él mismo. Comenzó de la nada y, cuando la revolución de la Montaña de Fuego lo empujó a Ramleh, volvió al punto de partida. Recomenzó, entonces, a trabajar dura, siempre útil como una planta fecundada por la tierra fértil de Ramleh. Consiguió la estima y el afecto de los habitantes de la ciudad, cuando comenzó la última guerra de Palestina, vendió todo lo que tenía para comprar armas, que distribuía entre los parientes, pidiéndoles que cumpliesen con su deber. La barbería se transformó en depósito de armas y municiones. Él nunca pidió nada a cambio de sus sacrificios. Todo lo que deseaba era ser enterrado en el bello cementerio de la ciudad, a la sombra de los árboles frondosos. Los hombres de Ramleh sabían que Abu Othman esperaba ser enterrado allí cuando llegase el día.
A mí alrededor, los rostros cubiertos de sudor reflexionaban el peso de los recuerdos. Yo miraba a mi madre, parada allí con los brazos levantados, el cuerpo erecto, como si no sintiesen ningún cansancio. Inmóvil como una estatua de plomo, ella seguía a Abu Othman con los ojos. Doble un poco la cabeza para ver al “tío”, que ahora estaba delante de un soldado judío. Él dijo alguna cosa y después apuntó a su barbería. Luego fue andando, solo, en dirección a ella. Volvió luego, trayendo una sábana blanca que usó para envolver el cuerpo de su mujer. Retornó entonces, con ella en los brazos, su marcha rumbo al cementerio.
Volví a verlo un poco después, viniendo en nuestra dirección con el caminar muy pesado, el cuerpo aún muy encorvado, los brazos cansados pendulando a lo largo del cuerpo. Se aproximó lentamente a mí. Había envejecido mucho. Su rostro tenía el color del polvo. Jadeaba. Sobre su pecho se mezclaban trazos de sangre y barro.
Se paró a mi lado y quedó encarándome como si yo fuese un desconocido. Permaneció un poco allí, parado en medio de la carretera, sobre aquel terrible sol de julio, cubierto de polvo, mojado con sudor, sus labios agrietados y la boca, donde la sangre se secaba, entreabierta. Continuó mirándome por un tiempo. Tuve la impresión de ver en sus ojos un mundo de cosas que me perturbaban sin que yo pudiese llegar a comprenderlas. Él retomó su camino, paso a paso, el aliento cortado. Cuando llegó a su lugar, se detuvo dio vuelta el rostro hacia la carretera y levantó los brazos bien alto.
No fue posible enterrar a Abu Othman como él siempre había soñado. Él entró en el escritorio del comandante judío para un interrogatorio. Cuando colocó los pies allá adentro, todos oyeron una pavorosa explosión. El edificio entero se destruyó y el cuerpo de Abu Othman desapareció entre los escombros.
Más tarde, mi madre contó, mientras caminábamos por las montañas rumbo a Jordania, lo que había sucedido. Abu Othman, al entrar a la barbería antes de enterrar a su mujer, no había regresado solamente con la sábana blanca.

Del texto: GASSÁN KANAFANI (*)
De la foto: Niño palestino muerto por el ejercito israelí,
ante la indiferencia, una vez más, del gobierno español
y el resto de gobiernos europeos. Agencia AP.

* Gassán Kanafani, uno de los más grandes escritores palestinos. Fue también historiador, pintor y destacado periodista. Y también fue asesinado, a los 36 años, por un comando sionista en Beirut, Líbano.

Más info y textos sobre Gassán Kanafani:

JAZZ COMBATIVO


Aunque quizás cueste asociar expresiones tan dispares como jazz y guerra civil, algunos músicos se han atrevido a unir ambos términos dando lugar a algunas grabaciones tan curiosas como recomendables. Entre ellos, en el apartado de músicos foráneos, encabezaría la relación el contrabajista norteamericano Charlie Haden - que formó parte del cuarteto de Ornette Coleman y el trío de Keith Jarrett– que a finales de los sesenta arma la Liberation Music Orchesta, una comprometida banda free que en su primer trabajo discográfico incluye algunos temas basados en canciones populares como “El quinto regimiento” o “Los cuatro generales”, temática que retomaría en los discos siguientes combinando cantos revolucionarios latinoamericanos (“El pueblo unido...”) con aportaciones como “Els Segadors” o el “Himno de las mujeres anarquistas”. Otro músico que se aventuró a versionar temas de esta índole ha sido el peculiar Kollektief del saxofonista holandés Willem Breuker, banda que se mueve entre el cabaret y la improvisación o el batería italiano Tiziano Tonoli con la suite “La Grande Aurora Rossa”. En cuanto al jazz ibérico, reseñar al también batería alicantino Ramón López y su “Song of the Spanish Civil War” (Leo, 2001), al pianista mallorquín Agustín Fernández con “Clavells Vermells – Variaciones sobre canciones de la guerra civil” o al guitarrista de orígen colombiano Juan Camacho que liderando su quinteto editó el disco la “Balada de la Brigada Lincoln”, subtitulado “Canciones de Combate y otros himnos” (Satchmo Jazz, 2000)

MENSAJE A LA ALQUERIA



Con el trino de los ruiseñores y el canto de los pájaros
te suplico padre:
deja de recoger leñas y datos sobre mí
y ven a recoger mis escombros de las calles
antes de que me entierre el viento
o me esparzan los barrenderos,
pues este bolígrafo me conducirá a la muerte,
no queda cárcel alguna a que no haya llevado,
ni acera donde no me haya revolcado,
y yo le obedezco
como un sonámbulo.

En las tardes, padre,
en las tardes de Damasco, frías y solitarias,
como el fondo de los océanos,
cuando unos buscan una taberna
y otros hogar,
yo busco la palabra,
las letras para ponerlas unas tras otras,
como gato
que salta de una pared a otra,
maullando en busca de su hembra.
Pero... ¿me crees feliz, padre?
Absolutamente no.
Muchas veces intenté
limpiar este bolígrafo de la tinta
como se limpia el puñal de la sangre
y marchar de esta ciudad,
aunque montado en la silla de una pared,
pero he fracasado...
Porque a mi bolígrafo le atrae el olor de la tinta,
como atrae el olor de hembra al macho,
apenas ve un papel blanco
se yergue temblando
como ladrón ante una ventana abierta.

Me duermo

y en la cama sólo me queda la piel,
el cráneo en la cárcel,
los pies en los callejones
y las manos en los nidos,
como el pez grande de "Santiago".
No me quedan más que las costillas
y las cavidades oculares;
arráncame de tu memoria, padre,
y vuelve a tu arado y tristes canciones.
Yo ya me despeñé,
todo ya es posible
como el intento de detener la hemorragia con los dedos.


MUHAMAD AL-MAGUT

¿DE QUÉ TENEMOS QUE PEDIR PERDÓN?


"¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar, de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que durante años y años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural," es decir, de sarampión, tos ferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!" que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a las muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se pudiera sacar algo para completar el estómago?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
¿El presidente de la República? ¿Los secretarios de Estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?"

Texto extraido del comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ante la oferta de perdón del Gobierno Federal con motivo del levantamiento indígena
México, 18 de Enero de 1994

QUERIDO MIGUEL


Sin poder dormir, conviviendo con las ratas y su excremento, así agonizó Miguel Hernandez, tras su tránsito carcelario, en el penal de Alicante. En un libro escalofriante, el escritor Antonio López Alonso cuenta el calvario del poeta hasta expirar de tuberculosis en una de las atroces cárceles franquistas, una de tantas prisiones donde se hacían padecer a los presos republicanos en unas condiciones inhumanas, teniendo una letrina atascada para doscientos reclusos, con una taza de agua insalubre cada tres días, sin comida, tan hacinados que dormían unos sobre los otros y a veces, al despertar, alguno descubría que había dormido sobre el cadáver de un compañero... Los fascistas - hijos de puta - dejaron que el poeta se consumiera y sufriera como un perro y solo permitieron que viera a su hijo - fue lo más terrible para él - cuando ya apenas podía abrir los ojos, minutos antes de morir, a los 31 años, el día 28 de Enero de 1942.


ANTONIO LOPEZ ALONSO
“A Miguel Hernandez lo mataron lentamente”
Ediciones Irreverentes, Col. Aqueronte, Madrid, 2006

DERROTAS


procedo de una antigua dinastía de vencidos,
qué no hemos perdido me pregunto,
perdimos el paraíso y el favor de dios,
la virginidad, el prepucio, la inocencia,
perdimos las guerras y por ende la paz,
la fe, la razón, los dientes, la salud,
hará cien años que un abuelo perdió
su único ojo en un vaso de aguardiente,
lo castigó, según dijo, pues lloraba,
cuando creímos que los cielos se apiadaban
perdimos la camisa, las ollas, la última moneda,
el rancho, la tierra y el país entero,
la voz, la libertad, el pellejo,
el amor, el trabajo, las ganas de vivir,
el séptimo mandamiento, y el buen nombre,
la ilusión, el caballo, los testículos,
últimamente hemos perdido la paciencia
y ya no queda nada por perder, excepto
la memoria, el tesoro de nuestro destino,
recen ahora, dueños del mundo.

JULIO HUASI

De la fotografía:
Julio Huasi con las Madres de la Plaza de Mayo, quizás la única foto que existe o hay publicada del poeta.


UM DRAIGA


Um Draiga. Poesía Saharaui Contemporánea

Um Draiga es un libro que toma el nombre de la ciudad saharaui que bombardeó, con napalm y fósforo blanco, la aviación marroquí en febrero de 1976, masacrando a la población civil que escapaba indefensa de la invasión de su tierra. En la antología participan autores de la denominada Generación de la Amistad, poetas saharauis que escriben en castellano: Ali Salem Iselmu, Bahia Mahmud Awah, Chjedan Mahmud, Limam Boicha, Luali Lezna, Mohamed Ali Ali Salem, Mohamed Abdelfatah Ebnu, Mohamed Sidati, Saleh Abdelahi, Zahra Hasanui y está ilustrado por los pintores también saharauis Fadel Jalifa Ali, Fadili Yeslem Omar y Moulud Yeslem. Um Draiga es un grito de denuncia sobre el drama de la nación saharaui, sobre la brutal opresión del ocupante marroquí que, con la inestimable ayuda del miserable gobierno español *, expolía su riqueza y tortura y extermina a un pueblo que lucha, en una intifada pacifica, por su libertad.

(* Hace unos dias la prensa se hizo eco de que España había vendido a Marruecos, por el simbólico precio de un euro, ocho juegos de lanzadores de bombas para aviación, como muestra de la "hermandad existente entre las fuerzas armadas de ambos paises". Expertos en armamento aseguraron que serán incorporados a la flota de Mirage F1 de la Fuerza Aérea marroquí. Estos equipos sirven para utilizar bombas de caída libre como el modelo MK-82, uno de los más extendidos en el mundo, con 250 kilos de peso, destacado por su bajo coste y su efectividad)

Um Draiga. Poesía Saharaui Contemporánea
Edita: Diputación Provincial de Zaragoza, 2007
Distribución: Um Draiga, Amigos del Pueblo Saharaui en Aragón
P.V.P. Bono solidario: 10 €

Sobre la Generación de la Amistad: http://generaciondelaamistad.blogspot.com/

HASTA SIEMPRE, COMANDANTE


"Si vuelven a tener problemas, no duden en llamarme"

MILTON WOLFF
(Nueva York, 1915 - Berkeley, 2008)

Web de la Brigada Abraham Lincoln: http://www.alba-valb.org/

GEORGIA BLUES


No consigo lo suficiente para comprarme
una rebanada de pan
la desgracia
se me ha echado encima
y los ratones duermen
en mis cabellos.

“Tin Cup Blues”
Blind L. Jefferson


Para Alfonso Xen Rabanal

El viento álgido había dejado las calles vacías y en la Avenida Vieja aún quedaban los noctámbulos de siempre; vagabundos negros y los white trash, como allá en el sur, con asco, los llamaban, que caminaban con lentitud y manoteaban papeles que entremetían con torpeza en sus harapos, borrachos indecisos, sin saber por dónde huir de la indigencia, prostitutas baratas en retirada y fisgones merodeando ante las puertas y las cristaleras sucias de los cafetines y clubes abiertos todavía donde, desde semanas atrás, desde el día en que bajó del expreso Golden Gate, procedente de Houston, no lo dejaban entrar y menos aún, tocar. El viejo Jim, apoyado en la pared ruinosa de la que antaño fue un teatro, oía las risas cansinas de las chicas manoseadas , la música filtrándose, escapándose por las rendijas de los locales. Las oía cesar un poco y luego acrecer, como si el viento cambiante se entretuviera con ellas, dándole más o menos volumen. Fatigado y sudoroso, hacía rato que había enfundado la guitarra y contado con descorazonante facilidad las monedas en su sombrero. Mientras fumaba la última colilla pensó que había sido una mala noche, como todas las anteriores y escupió por la comisura de los labios a la esquiva suerte, a la inútil esperanza. Un poco más lejos, al final de la calle, por donde amenazaba con salir la luz del nuevo día, se podía oír también los exabruptos, los bronquios de los peones de la limpieza, sus risotadas inverosímiles y respirando con dificultad y fastidio decidió que era hora de largarse. Encorvado, tosiendo, tanteó en su bolsillo bueno las monedas conseguidas y las hizo sonar rítmicamente. No le llegaban ni para un par de tragos de lo más barato. Si algo bueno había sacado de la noche que huía era unos acordes muy buenos que a última hora había improvisado con las manos heladas. Volvió a escupir y no quiso mirar el color del esputo. Raaine sacará la letra, pensó, tarareando la tonada nueva, mientras los dientes que le quedaban hacían el acompañamiento castañeteando y las tripas también colaboraban. Ojalá que ese negro bruto haya encontrado algo para tragar, se dijo, cojeando hacia las afueras, recordando que la jornada anterior sólo consiguió unas mazorcas y algunas sardinas. Se tentó en el forro del gabán roto y sonrió al notar el bulto del pan que una vieja, la tarde anterior, le había dado, tras oírlo tocar embelesada y preguntarle de dónde venía. Le dijo Alabama pero era mentira. No hacía ni siquiera tres meses que había salido a empujones de la prisión de Hustville, en Texas, detenido por vagabundeo y condenado una temporada a formar parte de las cuadrillas que trabajaban en las canteras de piedras para las vías de los ferrocarriles y también, a componer y rasguear mentalmente. Esto último siguió haciéndolo cuando salió puesto que, para joderlo del todo, le robaron la guitarra en el presidio y se tuvo que dedicar, con una sonrisa permanente y falsa, a lustrar zapatos, hasta que pudo comprar otra, la que ahora llevaba encima. Huyendo de la miseria, de tantas cosas, consciente de que ser un negro analfabeto y viejo implicaba humillaciones y desdicha, optó por emigrar hacia el norte, hacia las grandes ciudades. Trabajos duros y mal remunerados, trenes y trenes, mujeres sucias y amargadas y siempre, la música, el blues. Con fiebre, lagrimeando, se abrazó a su instrumento y se asombró al sentir que su boca le dibujaba en la cara demacrada, otra vez, una sonrisa. Era un pobre y verdadero bluesman y estaba orgulloso de ello y si Raaine no estaba narcotizado y hambriento iban a sacar el tema juntos.
La luz nítida de la mañana iluminaba como sin ganas la vieja estación de ferrocarriles, los hierros oxidados y las vías cubiertas de hierba salvaje. Tomando, casi dirigiendo con su mano la pierna mala, cruzó las hileras paralelas de railes. Mientras se iba acercando al vagón pensó que tal vez algunas de aquellas piedras que pisaba las había mojado su sudor, ante su impotencia y el pico y ante la mirada fija de un fusil o la chulesca de un uniforme, allá en chirona. “Es Domingo por la mañana, voy a tumbarme en el suelo, es Domingo por la mañana y voy a tumbarme en el suelo, no tengo dinero, no tengo adonde ir”...., oyó que Raaine cantaba, dentro del vagón abandonado en cuyo lateral de madera alguien pintó un día bastante remoto las letras SOUTH PACIFIC. Se detuvo a escasos metros de él y le quitó la funda remendada a la guitarra. Qué negro bruto y loco, pensó, intentando en vano recordar el título del blues tradicional que estaba escuchando, enseñándole los dientes amarillos al sol que ya tomaba confiadamente esa tonalidad. Y así, de pie, empezó a tocar, ya sin hambre y sin frío, siguiendo el compás de la voz ronca hasta que esta terminó de cantar y entonces oyó un silbido como de aprobación y hasta unas palmadas de aplauso.
- ¿Cómo te fue, Jim? - le preguntó, asomándose por el portalón, una cabeza joven, una cara con ojos desorbitados y transpirante, casi como pintada o recién teñida de betún.
- Como la mierda nuestra de cada día, negrito.
- Ya lo oíste, hoy es Domingo, no blasfemes o no hay comida... ¿Sacaste algo?
- ¿Encontraste algo?
- Luche contra varios gatos, mira cómo me arañaron por unas cuantas espinas - y le enseñó el revés de las manos que mientras tanto tamborileaban el piso de madera.
- No esta mal, peor es estar muerto.
- “Nunca saldré vivo de este mundo...”, ya sabes, lo cantó y cómo, el blanquito Hank - y le guiñó sonriente uno de sus grandes ojos.
Puso la guitarra en la plataforma y el otro lo ayudó a subir. Sacó las monedas y el pan y buscó la botella
- También encontré unos restos de pasteles. Hay que celebrar que nos vamos ¿no?
Jim sonrió sin ganas, agarró la guitarra y escupió sobre el mástil, tosiendo, pasándole luego su pañuelo entre traste y traste.
- Eres un jodido bruto y yo tengo unas notas, así que dale vueltas a esa cabeza de chorlito y sí, nos vamos. Esta ciudad se está muriendo y sospecho que tu paciencia, la mía y las sardinas se están acabando - dijo, con el cuerpo temblequeando como el tren donde se ocultaron esa misma noche.
- “Voy a liar el petate, voy a irme de la ciudad, voy a liar el petate, voy a irme de esta ciudad, no tengo dinero, no tengo adonde ir…” - cantó, contento, Raaine, mientras el viejo Jim, pensativo, seguía limpiando lo que más amaba y de pronto recordaba, satisfecho, el título de lo que estaba oyendo, el “Georgia Blues” de Blin Blaque’s.

DOMINGO LOPEZ

POETAS BRIGADISTAS I


JOHN CORNFORD
(Cambridge, 1915 - Jaén, 1936)

"A letter from Aragon"

This is a quiet sector of a quiet front./ We buried Ruiz in a new pine coffin / But the shroud was too small and his washed feet stuck out. / The stink of his corpse came through the clean pine boards / And some of the bearers wrapped handkerchiefs round their faces / Death was not dignified. / We hacked a ragged grave in the unfriendly earth / And fired a ragged volley over the grave./ You could tell from our listlessness, no one much missed him. / This is a quiet sector of a quiet front./ There is no poison gas and no H.E.3 / But when they shelled the other end of the village / And the streets were choked with dust / Women came screaming out of the crumbling houses, / Clutched under one arm the naked rump of an infant. / I thought: how ugly fear is. / This is a quiet sector of a quiet front. / Our nerves are steady; we all sleep soundly. / In the clean hospital bed my eyes were so heavy / Sleep easily blotted out one ugly picture, / A wounded militiaman moaning on a stretcher, / Now out of danger, but still crying for water, / Strong against death, but unprepared for such pain. / This on a quiet front. / But when I shook hands to leave, an Anarchist worker / Said: "Tell the workers of England / This was a war not of our own making, / We did not seek it. / But if ever the Fascists again rule Barcelona / It will be as a heap of ruins with us workers beneath it."

"Poems from Spain: British and Irish International Brigaders on the Spanish Civil War"
Edited by Jim Jump - 2006


La actividad revolucionaria y la poesía, la política y la literatura se convierten muy pronto en pasión vital y razón de la existencia de John Cornford. Con apenas 17 años publica un célebre y demoledor articulo, titulado “Left?”, en la Cambridge Review, en el que arremete contra los representantes literarios de la burguesía (Eliot, Pound, Lawrence o Joyce), la ausencia de compromiso social y el capitalismo rampante. En el verano de 1936 se encuentra de vacaciones en Francia donde, tras tener conocimiento de la rebelión militar fascista, cruza la frontera a principios de agosto, siendo uno de los primeros extranjeros en acudir al auxilio de la república. Cornford se une al POUM y lucha en el frente de Aragón y, ya como miembro de las Brigadas Internaciones, en la defensa de Madrid (otro Brigadista, Bernard Knox, cuenta en sus memorias que en el edificio de Filosofía y Letras, parapetados con sus ametralladoras Lewis tras barricadas hechas con gruesos volúmenes, las balas enemigas "sólo" penetraban hasta la pagina 350...) A finales de 1936, formando parte del 121 Batallón es enviado a Andalucía, combatiendo en la cruenta batalla de Lopera, en Jaén, donde fallece ametrallado un 28 de Diciembre, al día siguiente de cumplir 21 años.

VENTISIETEIVENTIOCHO


Luces lucecitas brillos destellos: aíslo las agresiones
en un inventario personal de venganzas sin culpable
del que también forman parte las antenas y objetos de plástico

cómo no declararse a favor de ciertas drogas
del suave olor de los suavizantes
de una ligera sonata de piano

no quedan casillas libres en el juego de los encuentros y así
vamos perdiendo las hojas como libros de juventud

se deja siempre una luz encendida en la conciencia
nos quitamos de encima las armas arrojadizas sin controlar
/ trayectorias

pobrecitos

apadrinen un poeta, pobrecitos


DANIEL RABANAQUE
"Vaho en el cristal", Ed. Point de Lunettes, Sevilla, 2005


Este es un libro que me sorprendió y que me sigue sorprendiendo cada vez que me asomo a él cuando, tras perder temporal e higienicamente la fe en la poesia - algo que me sucede con regularidad - vuelvo con ansiedad a, digamos, husmearla. Gracias compay, a ver cuándo eso tragos.

CASAS VIEJAS


75º aniversario: 1933 – 2008

Fue el 11 de enero de 1933, cuando los habitantes de Casas Viejas (Cádiz) decidieron que había llegado el momento de terminar con tanta injusticia y explotación como sufrían. Proclamaron el comunismo libertario y, durante un breve periodo de tiempo, dominaron el pueblo. Unas horas después las fuerzas de orden público volvieron a restablecer el control del Estado en la localidad y asaltaron el local de la CNT. Nueve personas se refugiaron en la choza de Francisco Cruz Gutiérrez, «Seisdedos». Cuando los guardias quisieron detenerlas, temerosos de los maltratos que les aguardaban, se negaron a entregarse. Comenzó entonces un asedio que se prolongó durante horas y finalizó con el incendio de la choza y la muerte de sus ocupantes, salvo dos: el niño Manuel García Franca y la joven, María Silva Cruz, «La Libertaria». Al amanecer del día 12, considerando que el castigo no había sido suficiente, se realizó una redada por el pueblo. Doce hombres fueron trasladados hasta los restos humeantes de la choza y, allí, los asesinaron.
Miguel Pérez Cordón en la prensa anarcosindicalista y después los periodistas Ramón J. Sender y Eduardo de Guzmán, terminaron por sacar a la luz el crimen. La sociedad española quedó conmocionada y se produjeron reacciones de todo tipo. Los asesinatos no sólo fueron utilizados políticamente por la oposición de derechas, sino que señalaron un antes y un después de la Segunda República. Como la monarquía, el régimen republicano seguía tratando los graves problemas sociales del país como un problema de orden público.
Las autoridades trataron de salvar sus responsabilidades y la razón de Estado antes que aceptar lo sucedido. Pero los crímenes cometidos en Casas Viejas quedaron en la memoria del país y marcaron el futuro de las familias afectadas y los políticos implicados. En julio de 1936 la reacción española consideró que los cambios sociales que se estaban produciendo en la España republicana habían llegado demasiado lejos. Los inductores y ejecutores del golpe de Estado no ocultaron sus intenciones de acabar con quienes ponían en peligro sus privilegios. Tras su triunfo en la provincia de Cádiz, La Libertaria fue secuestrada y asesinada. Todavía hoy su cadáver sigue desaparecido y como tal fue denunciado ante la Audiencia Nacional (juzgado nº 5) el 18 de Julio de 2007 y aún hoy se está a la espera de respuesta. Aunque la rebelión fracasó, terminó por imponerse tras un sangriento conflicto de tres años pero además logró inyectar a los supervivientes, y al conjunto de la población, un terror tal que nunca más les llevara a pensar que era posible vivir en otra sociedad, incluso se prolongó tras la muerte del Dictador. Se imponía el «todo ha quedado atado y bien atado» y a los derrotados y represaliados les fueron negados tanto sus derechos como el reconocimiento moral. El miedo, todavía hoy, tras treinta años de «democracia» sigue presente, pero en menor medida gracias a iniciativas sociales como las realizadas en el mismo pueblo por parte de jóvenes, al igual que algunas instituciones (Ayuntamiento, Diputación y Universidad), de personas del mundo de la cultura de toda España y, evidentemente, de las organizaciones anarcosindicalistas andaluzas. Iniciativas en contra de la “mercantilización de la memoria” no exentas de polémicas y, en algún caso, con un fuerte calado cultural, político y mediático, pero con la esperanza en ir solucionándolas, a pesar de todo.
Así se ha conseguido la creación de una Fundación de carácter Público, aunque no que en su composición tuvieran presencia entidades, organizaciones y colectivos. De igual modo que el “solar” donde estaba situada la choza de “Seisdedos” se expropiara (parece ser que se ha comprado por parte del Ayuntamiento, pero desconocemos los detalles), pero no tenemos ni idea del proceso para que dicho lugar sea declarado Bien de Interés Cultural.
Queda por conseguir que el monolito que montamos en 1983 vuelva a su lugar de origen, pero sobre todo la localización, exhumación e identificación del cadáver de María Silva Cruz «La Libertaria» y los de las personas asesinadas con ella, así como seguir potenciando las actividades de homenaje y las investigaciones, como la ahora publicada y coeditada por CGT-A. Un paso indicativo del compromiso para la dignificación que merecen todas las víctimas del golpe de Estado de Julio de 1936 y represaliados del franquismo.

Del texto: Cecilio Gordillo

Mas info sobre el tema:

Actividades programadas con motivo del aniversario:

MALOS TIEMPOS



Un día más
se repartieron las labores.
Él se puso la camisa
y la chaqueta de siempre.
En la calle le esperaba el frío,
las rudas negaciones
de los encargados de las obras
y la oficina del paro.
Salió sin dinero ni para café
ni para el bus ni para tabaco.
Ella, un poco mas tarde
tras amamantar al crío llorando
bajó al almacén de la esquina
para pedir fiado
pan, varias naranjas,
la lata de fabada del almuerzo
y el perejil a reponer
al San Pancracio.


DOMINGO LOPEZ

DE LA INCREÍBLE ESTUPIDEZ CASTRENSE...


Sixto Martinez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla. En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería. Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recien pintado, para que nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.


EDUARDO GALEANO
"El libro de los abrazos", Siglo XXI Editores, 1994
(El grabado, que aparece en el libro, pertenece también a E. Galeano)

DE MADRID AL SUELO, CON DOS COJONES

Hace pocos día que estoy en la calle. Me han soltado antes de tiempo y eso me alegra, porque cuando estás encerrado echas de menos hasta un amanecer en la Puerta del Sol y crees que te puede tocar un millón en el tapón de la Coca-Cola. Una vez fuera, incluso la realidad es bonita, sobre todo los primeros días, cuando el colorido grís de Madrid te adopta como un hijo bajo su cielo rojo. Mientras camino solo, vuelvo a ser un miembro más de la multitud que va y viene sin saber dónde.
Entro en un bar para celebrar algo que no recuerdo y me siento al final de la barra a beber y a brindar por mí. Conmigo. Echo un vistazo y miro si hay algún compañero de fortuna. Buena o mala, ¿qué más da? Pero no, sólo veo las tonterias que había oído antes. Y es que a ellos, Dios los cría y los junta, regordetes y con traje. A nosotros no nos cría ni la Virgen y no porque no hayamos querido: yo al menos no digo de esa teta no mamaré.
Mis amigos y yo nos hemos juntado poco a poco. Uno a uno. Uno a una. Nos hemos seleccionado en cualquier calle o en cualquier garito donde hayamos coincidido quitándonos la vida. Quitándonos la vida con una imprudencia meticulosa. Y aquí estamos, mis estudios y yo; recordando cómo nos hemos agujereado la piel, cómo la hemos acercado a un corazón mil veces roto por los mismos amores. Mientras ellos se ríen a mi alrededor de algún chiste verde, yo sonrío y pienso en que nuestra sangre ha lavado más de un honor, y pienso en que sólo algunas de nuestras cicatrices nos traen malos recuerdos y pienso en lo mucho que tenemos que reprocharnos y lo poco de que arrepentirnos. Sonrío tras la copa por todos los amigos que han muerto en las batallas a las que algunos hemos sobrevivido. Nos podemos contar, sin ponernos colorados, entre las victimas de la peste del siglo XX. Nos han encerrado por casi todo sin haber hecho casi nada; por abusar de nosostros mismos. Me río de eso y de mucho más que a nadie le importa. Y bromeo conmigo mismo sólo de pensar que todo lo que a mí me hace gracia haría palidecer a cualquiera de estos idiotas que lloran sus carcajadas.
Me pido otra copa, que parecen dos, y brindo por cualquiera de mis amigos ausentes, tan delgaditos ellos, tan guapas ellas, tan saturados de vida todos...y de bebida algunos.
Pido la cuenta sin marearme siquiera. Me despido sin decir nada y salgo por la puerta camino de mi destino. Seguro de cruzarme con alguna víctima del alcohol, echo a andar despacio, con dos cojones. Y no pienso en nada.

EL LIRIO
(Texto extraido de la revista EL CANTO DE LA TRIPULACIÓN, Nº10, 1997)

No he puesto foto, ni dibujo ni leches porque un texto como este no lo necesita. No necesita nada. En cualquier caso, quien lo lleve, que se quite el sombrero...

ELREYDESPAÑA


Hay historietas que hacen sonreír y otras, por sus ocurrencias, su mala leche y su certera puntería, que son del todo hilarantes. Es el caso de los tebeos de gran Teodoro, más conocido artística y jocosamente como Elreydespaña, cuyo cáustico humor alterna la crítica política y social con el absurdo más disparatado. Muestras gozosas de sus trabajos se encuentran en los tebeos recopilatorios que publicó la editorial Doble Dosis (“Chistes para reírse muchísimo” y el grandioso “Lefa”) o en sus imprescindibles fanzines (“Miguel”, entre otros)
En la página http://risinias.blogspot.com/2006/05/entrevista-elreydespaa-por-juarma.html su majestad es entrevistado por Juarma, otro gran autor del cómic más libre y descabellado, del que hablaré en otra ocasión.

COMANDANTE ABRIL


Estos días se han cumplido 58 años de la muerte de Bernabé López Calle, jefe de la Agrupación Guerrillera Antifascista Fermín Galán que, hasta 1949, operó en la Serranía de Cádiz. Cayó abatido en la Garganta del Jurado, en una emboscada propiciada por una delación, muriendo acribillado mientras defendía su posición y protegía la retirada de sus hombres, entre ellos su hijo Miguel, de apenas 20 años. Hasta aquí lo que puede ser una de tantas historias de uno de tantos luchadores antifascistas, de no ser por la particularidad de que Bernabé López Calle fue miembro de la Guardia Civil y no solo se mantuvo fiel a la República - lo que le causó serios problemas - sino que estaba afiliado a la CNT. Tuvo que huir y se tiró al monte con lo puesto, acompañado de su hijo y algunos escopetones de caza. Y poco a poco consiguió organizar y comandar la resistencia armada en la provincia, con otra admirable e insolita singularidad: unió a comunistas y anarquistas en una misma partida guerrillera. Murió desangrado y al parecer, los fascistas se regodearon paseando el cadáver, que luego tiraron en un hoyo, en una fosa común del cementerio de Medina Sidonia. Sus restos, cincuenta y ocho años después, allí siguen.


LAS LEYES



Las leyes son para que las cumplan
los pobres.
Las leyes son hechas por los ricos
para poner un poco de orden a la explotación.
Los pobres son los únicos cumplidores de leyes
de la historia.
Cuando los pobres hagan las leyes
ya no habrá ricos.


ROQUE DALTON
"Las historias prohibidas del pulgarcito"
Siglo XXI Editores, 1988, México


LOS PRIMEROS DEL AÑO


"Ya no lloraba sólo cuando me pegaban, o cuando perdía algo. Ya había visto llorar también a otros. Era la época del hambre en el Rif, la sequía y la guerra. Una tarde, no podía detener mis lágrimas de tanta hambre que tenía. Chupaba y rechupaba mis dedos. Vomitaba sólo saliva..."

Mohamed Chukri. El pan desnudo. Montesinos, Barcelona, 1988


Al parecer salieron de la costa marroquí, en una pequeña patera, la misma noche del 31 de Diciembre, aprovechando que había en el estrecho olas de hasta cinco metros y los radares del Servicio Integral de Vigilancia (SIVE) no pueden diferenciar bien entre una embarcación y el fuerte oleaje. Quizás también pensaron que esa noche la guardia, con la uvas y el cava, sería menos rigurosa. A día de hoy han aparecido ya cuatro cadaveres en las costas gaditanas, en la zona de Caños de Meca y Barbate. Son tres varones y una chica, todos adolescentes. Sin papeles, y si nadie los reclama, acabaran en una cámara frigorífica de un tanatorio, hasta que se les dé sepultura en cualquier nicho sin lápida. Como diría Chukri, no traían nada más que un poco de esperanza y un asustado soplo de dignidad. Son los primeros inmigrantes muertos del 2008. Y llegaran más. Esto es la opulenta y puta Europa